El tiempo es mio

Llevamos un ritmo de vida tan acelerado que nos perdemos lo más importante de la vida: los pequeños detalles. Ver cómo tu hermano de 8 años se acerca a ti para darte un beso con toda la ilusión del mundo, o cómo te defiende ante cualquier cosa (aunque sea una mala mirada), sentarte a hablar con tu madre o tu padre, salir a la puerta de tu casa con una amiga en plenos exámenes o dar un paseo con tu novio tranquilamente son pequeñas cosas que nunca tenemos tiempo de hacer.

Todo esto pasa factura tarde o temprano, porque siempre vendrán más cosas importantes que hacer y más compromisos imposibles de eludir, consumiendo poco a poco nuestro ánimo. Nos volvemos bordes y apáticos y tendemos a encerrarnos más en nosotros mismos, exigiéndonos más, entrando en un círculo vicioso del que es muy difícil salir.

Por eso, no debemos olvidar que el tiempo es nuestro. Podemos hacer con él lo que queramos. No se va a acabar el mundo porque nos sentemos un rato después de comer a hablar con la familia en lugar de ponernos a estudiar instantáneamente o porque nos sentemos por la noche a ver algo en la tele y nos riamos juntos en lugar de fregar los platos corriendo o doblar la ropa. Porque, como dice mi padre, hay más días que ollas, y nunca sabemos lo que nos puede pasar mañana.

Descansar, tomarnos un tiempo para nosotros mismos, relacionarnos con los nuestros es la mejor recompensa y regalo que podemos conseguir en esta vida y no debemos olvidarlo nunca porque, el tiempo que dejamos escapara no vuelve.

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